miércoles, 22 de mayo de 2019

Kanjinchō (La lista de suscripción)




Es una de las obras más importantes en el repertorio Kabuki, está adaptada del teatro Noh. La historia está ambientada en la época de la guerra civil que enfrentaba al clan Heike y Genji. Narra los sucesos durante la huida de Minamoto Yoshitsune hacia el norte, intentando escapar de los soldados del shogun (su hermanastro), quien quiere darle muerte. El joven viaja acompañado por Benkei, su mano derecha, y cuatro generales vestidos de monjes guerreros, llamados yamabushi. Yoshitsune va vestido de porteador de los monjes debido a los controles establecidos por el shogun para atrapar a su hermanastro. El primero de ellos se encuentra en Ataka, donde se desarrolla la acción de la obra.

El decorado es un fondo sencillo con un gran pino, mientras un grupo musical (nagauta) vestido de traje formal aparece de rodillas en unas plataformas al fondo del escenario. Al tratarse de una danza dramática no se usa el tradicional telón corredero sino uno que se levanta.

La obra comienza con un pequeño grupo compuesto por Togashi no Saemon y sus hombres, que se presentan al público como los responsables de la barrera fronteriza de Ataka, con la obligación de interrogar a todos los yamabushi, ya que han recibido las noticias sobre el hermanastro del shogun y sus acompañantes, que se dirigen hacia el norte disfrazados de monjes guerreros. Debido a esto, explican que tuvieron que darle muerte a algunos monjes sospechosos. Después de esto Togashi se sienta en un barril a la derecha del escenario, fijando su mirada hacia la izquierda (donde se encontraría la barrera).

Los músicos entonces entonan una solemne canción que hace referencia a las mangas empapadas de rocío de los monjes en su viaje, preparando la entrada en escena del grupo protagonista de la historia. Yoshitsune se para en el hanamichi para mirar a las montañas que le rodean, para luego mirar directamente al público mientras espera a sus hombres. Juntos se aproximan a la frontera, el último en entrar es Benkei, quien tiene el papel protagonista en esta obra. Aunque todos van vestidos de monjes, el traje de nuestro protagonista es diferente debido su mayor calidad. Cuando ven que el paso hacia el norte está bloqueado empiezan a discutir sobre como pasar el bloqueo de Ataka. Temiendo que el disfraz de Yoshitsune ya no vaya a cumplir con su función inicial, le sugiere, su mano derecha, que una vez donde la barrera esconda su rostro bajo un sombrero fingiendo cansancio. Benkei toma el mando, situándose el primero en el hanamichi, liderando al grupo hacia la barrera. Abandonan el hanamichi y Benkei se dirige a Togashi, mientras Yoshitsune se arrodilla en el suelo mirando al público pero con el rostro oculto. Los guardias informan a su superior de la presencia de yamabushi sospechosos. Benkei le explica que el propósito de su viaje es recaudar fondos para la reconstrucción del templo Todaiji en Nara. Pero aún así Togashi le hace saber que no se le está permitido el paso a ningún yamabushi, por muy noble que sea su misión. La tensión se refleja en el sonido de los tambores, cuando Benkei pregunta por el motivo. Ambos personajes, aunque hablando el uno con el otro, se giran hacia el público mientras Togashi explica la razón del bloqueo. Benkei le replica que esa orden se aplica sólo a los sacerdotes falsos y no a los yamabushi verdaderos como ellos. Pero los guardias se mantienen firmes en que se aplica a todos los monjes sospechosos. Benkei entonces les pregunta: “Bueno ¿era alguna de esas cabezas la de Yoshitsune?”. Togashi le da la espalda al público y se dirige a su puesto incial, molesto le responde: “Esa es una pregunta difícil de responder… pero ¡ninguno pasará!”. Benkei indignado, se gira hacia sus hombres y les dice que morirán valientemente  y que deben reunirse para oficiar sus últimos ritos religiosos.

A continuación comienza la primera sección danzada, en la cual Benkei rodeado por los cuatro generales hace reverencias a su dios mientras que los generales agitan sus rosarios budistas en señal de oración. En el transcurso de la danza el shamisen sigue un patrón rítmico de repeticiones, durante la preparación del traje de danza de Benkei, para luego dar comienzo a un coro que canta sobre la devoción de los monjes a su dios, el temible Fudo Myoo, mencionando que caerá una maldición sobre aquellos que dan muerte a los monjes.

Benkei y los cuatro generales realizando la primera sección danzada de la obra.

Togashi se pone nervioso ante la predisposición de los monjes por morir, y les pide la lista de suscripción (kanjincho) donde aparecen los nombres de las personas y su adscripción a una determinada causa religiosa. La petición coge a Benkei por sorpresa, aunque solo por un momento ya que no tiene tal documento, pero usando un pergamino en blanco intenta improvisar un texto de kanjincho. Pero debido a la complejidad del lenguaje religioso utilizado en estos documentos no es una tarea fácil. Ante esto el coro describe la desesperación de la situación ante la falta de una lista. Los vasallos retroceden mientras Benkei da vueltas por el escenario enseñándole el pergamino enrollado a Togashi. Luego se sitúa en el centro, desenrolla el pergamino y se pone a leer. Togashi aún suspicaz, se levanta y se inclina para ver si realmente hay algo escrito en el papel, durante todo este proceso Yoshitsune observa la escena desde su puesto por debajo de su sombrero. Benkei se da cuenta de las intenciones de Togashi y debe actuar rápido, de repente y acompañado por un chillido de flauta se gira hacia el público, y Yoshitsune vuelve a ocultar su rostro. La pose que adoptan los tres personajes constituyen la primera mie, denominada tenchijin – “Cielo, Tierra y Mar”. Todos saben que Togashi ha visto el pergamino vacío, pero él aún así sigue acosando a Benkei para ver lo lejos que puede llegar en su intento de engañarle mientras continúa leyendo el documento.

Benkei leyendo la lista de suscripción.

Al finalizar la lectura, Benkei adopta la segunda de las mie como si fuera el dios Fudo Myoo con el rosario a modo de cuerda que ata las almas a su salvación, y el pergamino enrollado como espada con la que corta el deseo carnal. Togashi satisfecho con la lectura, le pide a Benkei que le cuente más sobre la orden religiosa a la cual pertenecen. Esta parte a seguir se conoce como el interrogatorio yamabushi (Yamabushi Mondo), ya que Togashi interroga a Benkei a cerca de la espiritualidad de estos monjes empleando un lenguaje extremadamente difícil de entender y repleto de oscuras referencias religiosas (muy interesante desde el punto de vista de la mística budista). Aunque es una escena de acción mínima, toda la tensión descansa sobre estos dos personajes a medida que la intensidad del interrogatorio va aumentando.
Tras una serie de preguntas, llega la pregunta más difícil por un Togashi ya furioso al no ser capaz de desenmascarar a Benkei. Sin embargo, fracasa y debe decidir entre matarlos a todos, incluyendo al hombre que él cree que es Yoshitsune, o dejarlos ir con las consecuencias que conllevaría eso para él, que sería su propia muerte. Benkei concluye apelando a los dioses para que sean testigos de la verdad de sus palabras y adopta una pose mie. Da un pisotón con el pie derecho, sujeta el rosario con su mano izquierda y el pergamino con su derecha, por encima de la cabeza. Esta pose se denomina genroku mie, marcando el final del “Yamabushi Mondo”.

Togashi realmente impresionado por el comportamiento de Benkei, decide dejarles pasar e incluso desea contribuir a la reconstrucción del templo Todaiji. El coro describe los regalos de Togashi según sus hombres los van trayendo y depositando en el centro del escenario. Benkei muestra su agradecimiento y afirma que sin duda los dioses le honrarán por su generosidad. Bendice los regalos con su rosario y, viendo que quizás no resulten de utilidad, dice que solo aceptará dos bolsas de oro y que recogerán el resto en el viaje de regreso. Les dice a sus hombres que es hora de proseguir la marcha y el coro canta la felicidad de los proscritos que han logrado cruzar la barrera. Sin embargo, mientras se encaminan al hanamichi, uno de los guardias corre hacia Togashi y señala al porteador. Togashi, aunque ha tomado la decisión de dejarles pasar, se ve obligado a dar el alto, empuñando una espada les grita que se detengan. Benkei ya en el hanamichi hace todo lo posible para contener a sus hombres y les indica que se queden donde están. Dando un enérgico pisotón en el suelo, regresa al centro del escenario para enfrentarse con Togashi. Yoshitsune vuelve a sentarse en el centro del escenario con el rostro cubierto por el sombrero. Cuando Benkei pregunta por qué motivo ha sido retenido el porteador, Togashi le responde: “Se parece a cierta persona”. “¿Se parece a cierta persona?”, repite Benkei incrédulo. Togashi explica que uno de los guardias cree que el porteador se parece al Hogan Dono, el título formal del hermanastro de Yoritomo, Yoshitsune. Benkei se ve forzado a tomar una drástica decisión. Caminando alrededor del porteador, le reprende por su lentitud y estupidez al retenerles en su camino hacia el norte. ¡Cómo se atreve a parecerse a un señor tan noble como Yoshitsune! Para convencerles de que se trata de un simple porteador, comienza a golpearle, debido a que para todo Samurai golpear a su señor es un acto imperdonable. Levanta el báculo para golpear a Yoshitsune en la cabeza, con los ojos cerrados ante el horror que supone para él pegar a su señor. Pero Togashi aún se niega a dejarles pasar por lo que Benkei acusa a los guardias de querer robarles sus donaciones.

Benkei preparándose para golpear a Yoshitsune con su báculo, con los ojos cerrados. 

Los dos grupos se enfrentan en una sección de danza. Los hombres de Yoshitsune acuden a la ayuda de Benkei pero este les pide que se contengan y les impide el paso con su báculo. Mientras que Benkei intenta desesperadamente impedir que sus hombres ataquen, los guardias se sitúan en formación detrás de Togashi. Los dos grupos avanzan poco a poco hasta encontrarse en el centro del escenario, realizando una coreografía en la cual se van acercando y alejando alternativamente. Finalmente Benkei gira su báculo, poniendo punto y final a la danza. En el caso de Togashi seguir teniendo dudas, le promete que golpeará al porteador hasta la muerte. Togashi impresionado al comprender lo que supuso para Benkei golpear a su señor, le dice que no será necesario y les deja pasar, aunque esto signifique que tendrá que pagar con su propia vida por tomar esa decisión. Le sigue una escena considerada como uno de los momentos cumbre de la obra, en la cual Togashi le entrega la espada a su escudero mientras los asistentes le ayudan a desenrollar las mangas de su kimono. Tras un intercambio de mirada con Benkei abandona la escena.

Yoshitsune y sus hombres han conseguido pasar la barrera, ya a cierta distancia de la barrera se reconcilia con un apesadumbrado Benkei, con el rostro visible a todos. Le agradece profundamente a Benkei lo que ha hecho, ya que consiguió conducirlos a través del control de forma segura. Un solista comienza a cantar describiendo como Benkei, por primera vez en su vida derramó lágrimas al pensar en la generosidad de su señor. Yoshitsune avanza hacia él y le tiende la mano en señal de amistad. Benkei ante este gesto se arrodilla en el suelo e inclina la cabeza hasta tocar el suelo, mientras Yoshitsune, igualmente conmovido, se cubre los ojos con la mano.

Yoshitsune se lamenta del destino que le ha apartado de su hermano y convertido en fugitivo, mientras Benkei habla de las dificultades de la vida de un samurai acompañando el relato de una danza que describe gestualmente algunas de las batallas navales en las que han luchado juntos, sirviéndose de un abanico. Al final de la danza señala con tres dedos las victorias que vivieron juntos antes de suceder la desgracia. Apenados los generales ocultan los ojos llorosos tras las manos. Todos se inclinan ante Yoshitsune y se preparan para proseguir su viaje. De repente se escucha la voz de Togashi llamándoles en la distancia y pidiéndoles que esperen. Yoshitsune de inmediato vuelve a disfrazarse ocultando su rostro con el sombrero. Togashi y sus hombres aparecen disculpándose por el retraso que les ha causado y explica que han venido para ofrecer a Benkei una taza de sake. Los hombres traen sake y una taza, bebiendo primero Togashi como anfitrión. A continuación es el turno de Benkei, dos hombres se sientan a su lado para ir rellenándole la taza. Esta escena proporciona un momento libre de tensión antes del final dramático de la obra, acompañándola con un solista y shamisen.

Con gran formalidad Benkei alza su taza y bebe. Le ofrecen otra taza pero como gran bebedor que es les pide que traigan la tapa del barril para usarlo como taza más grande. Algo bebido Benkei empieza a narrar su único amor por una mujer. El coro describe su amor y explica que él no puede alcanzar la iluminación en el “mundo flotante” de los placeres, mientras Benkei sigue bebiendo. El ritmo de la música se vuelve más rápido y Benkei comienza a bailar tambaleándose. Empieza a interpretar la danza de la longevidad “Ennen no Mai” deseándole a Togashi una vida larga y feliz, como el clímax final de la obra. El coro comienza a cantar recordando al público que Benkei había sido sacerdote y por lo tanto está familiarizado con estos rituales. Todavía danzando, pero consciente del peligro, Benkei indica a Yoshitsune y a los demás con un leve movimiento del abanico que es hora de partir. Yoshitsune y sus generales apuran el paso y se van por el hanamichi. Benkei se dirige hacia el hanamichi para seguir a los suyos mientras Togashi se dirige al centro del escenario. Benkei golpea el suelo una vez con cada pie y luego con el báculo, mientras que suenan las tablillas ki que señalan el fin de la obra. Benkei se gira hacia Togashi, cuya única opción es suicidarse para expiar su culpa, y los dos personajes interpretan una pose mie mientras el telón característico del Kabuki se cierra, para luego volver a abrirse ligeramente para que los músicos puedan ver a Benkei.

Los soldados ofreciéndole más sake a Benkei.

Benkei se encuentra sólo en el hanamichi y en silencio total, hasta que irrumpen los aplausos del público llenando todo el teatro. Benkei atisba la lejanía desde el hanamichi para asegurarse de que su señor progresa sin ningún tipo de problema y solemnemente se gira hacia el escenario y se inclina ante un ausente Togashi. Se gira de nuevo para dar la cara al auditorio y mira al público que está sentado en los pisos superiores. Cierra los ojos y se inclina. Como actor inclina su cabeza para expresar su gratitud, pero como personaje lo hace como señal de alivio tras la dura prueba a la que se ha enfrentado.

Así se llega finalmente al mutis, un momento muy esperado por todos. Acompañado por los golpes del tsuke, Benkei gira su báculo hasta situarlo bajo su brazo izquierdo y adopta la pose final, el gran mie que pone fin a la obra. Entre los aplausos y gritos del público, recorre el hanamichi saltando, primero sobre un pie, después sobre el otro. El telón se cierra por completo y la música cesa. En cuanto Benkei desaparece, el público empieza a salir del auditorio.

El gran mie final del personaje Benkei, antes de salir por el hanamichi

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